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lunes, 22 de julio de 2013

Un día sin más aparezco otra vez.

Sigo viva. O al menos de carne y hueso. Ni me alegra ni me entristece, no sé, va por momentos, hay momentos en los que quiero desaparecer y otros en los que me gustaría ser inmortal. Sinceramente no sé que hago aquí, ¿remover el pasado? Dicen que cuando estás mal escuchas canciones deprimentes que te hacen sentir peor, y sí, ahora mismo no es que esté escuchando a Juan Magan, Henry Mendez o canciones motivantes y si a eso le sumas volver a leer todas las entradas antiguas del blog, pues claro... No es que mi estado de ánimo esté por las nubes, pero bueno, a esto no he venido, supuestamente he venido a desahogarme escribiendo letras al azar formando palabras en un blog que está olvidado ya, que nadie creo que vuelva a leer y eso me gusta porque tampoco nadie me va entender porque ni yo misma logro hacerlo. ¿Qué mas da lo que sienta? ¿O si me voy y no vuelvo? ¿Qué más le dará a todo el mundo si me da igual a mi? A la gente lo que le gusta es ilusionarme, darme esperanzas de algo que me gusta, hacer que confíe en ello y cuando le he puesto todas mis ganas a aquello que va a pasar, quitarme la ilusión de sopetón. ¡ZAS! Sin más, que más da cómo me sienta en ese momento o posteriores, sí claro, soy yo, esa que soporto casi todo y se calla. Esa que nunca pide explicaciones y a la que todo le parece bien, esa que se esfuerza para conseguir algo y que cuando está a punto de conseguirlo desaparece o mejor dicho, se lo quitan, igual que a un niño pequeño cuando le quitas un caramelo de las manos cuando estaba a punto de saborearlo, así más o menos es como me siento yo en estos momentos.